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domingo, 26 de octubre de 2014

Don Clemente, un trabajo diferente.


A primeros de octubre recibí un correo proponiéndome la lectura de un libro recién editado. La vida va tan deprisa que no pude verlo en su momento. Lo he hecho hoy.
Me ha sorprendido positivamente.
"Don Clemente, un trabajo diferente" puede encontrarse en
http://donclementeblog.wordpress.com/

Es un trabajo sencillo, pero ágil, tiene movimiento y expresividad.
Revela algo que parece una nimiedad, pero que se pierde por las prisas y el desconocimiento del entorno, la capacidad y la necesidad de saludar.

Hay que agradecer al autor-ilustrador, la sencillez de la historia y la vida que ha conseguido dar a las imágenes que complementan muy bien el texto.
Espero que os guste, ya me diréis en vuestros comentarios

2 comentarios:

  1. Después de haber echado un vistazo a todos los posts, elijo este porque es “pequeño pero matón”. Me explico, se trata de un libro, conciso, con pocas palabras, divertido, fácil de leer, que cuando lo he terminado he sentido: “esto es todo, no tiene más”.
    Así puede parecer y puede ayudar a hablar mucho de él. Cómo me gusta por las mañanas que alguien me diga: ¡buenos días!, que pases un buen día! Y así es, la tarea en sí es fácil y sencilla pero nos cuesta tremendo esfuerzo en hacerlo, por lo menos a mí. Creo que se trata de algo cultural, arraigado en cada raíz, en cada familia, que por las mañanas tipo: frías, calurosas, madrugadoras, miedosas, difíciles, costosas, un simple “buenos día, que pases un buen día es” es la energía para afrontar el nuevo día.
    Creo también que se trata de un valor importantísimo para trabajar dentro de casa y escuela. Hay que procurar desde infantil trabajar el saludo, algo educado, amable y que además satisface a la otra persona.
    Edurne

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  2. ¡Qué curioso! Tras varias visitas al blog quiero comentar todas las entradas. Sin embargo, la primera vez estaba abrumado. Pensé que era lo que soy, un profano de la literatura infantil. Pero claro, es tan fácil recuperar una imagen, una escena o en general, un recuerdo de la infancia que rápidamente pienso que soy un erudito en la materia. Por su puesto, es que también he sido niño y pienso en mi hijo Lucas y veo todo aquello que le gusta cuando le leo, como se sorprende, como se emociona, como abre los ojos cuando da sentido a las ideas y cuando habla en medio de una historia como si un personaje le hubiera poseído. Así que, no soy tan profano.

    De las entradas que he ojeado, me han quedado algunas cosas grabadas en la cabezota. Como la existencia de una fórmula que relaciona las obras maestras, el vínculo inseparable de la literatura infantil con la imagen, la entramada unión de los grandes valores con las historias más simples y sobre todo como permanecen los recuerdos de lo que leímos, vimos, o nos leyeron de pequeños. Además, estoy convencido, de que esos recuerdos han sido utilizados de manera inconsciente cuando los hayamos necesitado.

    Entonces, ¿cómo permanecerá Don Clemente, un trabajo diferente en nuestra memoria y cuándo haremos uso de él? Creo lo mismo que Edurne, que en pequeños detalles de la vida cotidiana, siendo cordiales y amables con nuestros vecinos. O también podría hacer reflexionar al pequeño lector sobre la necesidad de abrir nuevos horizontes más creativos como demandan los nuevos mercados laborales. Realmente, no lo sé, tampoco creo que haga falta estudiarlo. Simplemente, su lectura-ojeo es muy agradable y ya está.

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